Chris Lee con otra belleza
He pasado en puertas del edificio, donde se situaba "Lambert Kepital", la compañía de inversiones, en que trabajaba alguien como la muchacha en побегушках, también el laboratorio farmacéutico, la sociedad de mercadeo y la agencia de modelos.
— El ascensor tengan, — he gritado, moviendo rápidamente por el vestíbulo así que los tacones зацокали por el suelo negro de mármol que brilla. Mi petición han menospreciado. Cuando a mí había hasta el ascensor literalmente un par de los pasos, las puertas se han cerrado, escondiendo dentro del único pasajero, que no ha encontrado tiempo esperarme.
Había un minuto.
He abollado el botón por el codo y empezaba observar, cómo se cambian las cifras sobre el ascensor. La decena — que designa el piso, donde se encontraba "AySiBi Farmatsevtikal", — ardía casi toda una eternidad, luego la cabina se ha arrastrado despacio hacia abajo. El segundo ascensor, parecía, y se ha quedado en el décimoquinto piso. Detrás de la esquina era todavía uno, pero he decidido ser abastecida por la porción bastante grande de paciencia y quedarse en sitio.
Y aquí al fin la puerta скользнула a un lado. Detrás de ella había un hombre en la bata blanca con la beydzhem-admisión, sobre que era escrito su nombre — Carlos Anderson. Los ojos a él corrían, sobre la frente brillaban los grandes abalorios del sudor. Mi mirada ha caído a su mano derecha, en que él apretaba la jeringa, y la aguja era sin manguito.
No me gustaba demasiado la vecindad con la cosa tan peligrosa. ¿En que este tipo pensaba en general, llevando la jeringa aquí así?
He fijado los ojos al hombre, esperando que él saldrá del ascensor, habiendo liberado la cabina para mí, pero él no se movía del lugar.
Los ojos detrás de las lentes gordas de l